La chica del Fenix tatuado

No se porque carajos me acordé en estos días, de algo que sucedió hace muchos años, cuando solía vestirme lúgubremente de negro, pintarme los ojos como Robert Smith (The Cure) y me calzaba un par de botas militares color morado; pero lo mejor de todo era que utilizaba mi particular atuendo en la calurosísima ciudad de Cartagena.

En una tarde de desocupe, una amiga me pidió el favor para que la acompañara a donde su médico  cuyo consultorio quedaba en uno de los barrios pupys de la ciudad. Cuando llegamos al sitio completamente blanco e inmaculado, era obvio que mis 3 tatuajes y  estilo rechinaban, pues al igual que un comercial de Davivienda me encontraba en el lugar equivocado.    De por sí, que una visita al doctor no era lo más divertido del mundo, para completar el tipo era un Snob con prejuicios y en un gesto de caridad decidió darme un consejo sin que yo se lo pidiera: “Niña, Usted tan bonita para que se hizo esas vainas en sus brazos, se ha dañado la vida !!… Imagínese usted siendo la señora del Alcalde y con tatuajes, que pensaría la gente…”

Luego de la respectiva torcida de ojos, lo miré y con un tono nada diplomático le respondí: “Y es que acaso a mi me interesa ser la esposa del Alcalde?,  Mi sueño no es ser la señora de…Tal vez y si me diera la gana, podría llegar a ser una Alcaldesa …y con tatuajes”

Me retiré del consultorio a esperar a mi amiga, la cual tenía un poco de vergüenza, pero  ya me conocía y por eso no le pareció extraño que saliera con un tiro de ese calibre.  (Además ella se lo buscó por invitarme a un plan tan aburrido)

Aunque ya pasaron más de 10 años desde aquel entonces, les quisiera contar que: No caí en las drogas, que  todavía no he sido Alcaldesa pero si una ejecutiva pilosa y en ascenso (También poco modesta), que a pesar de las suplicas de mi mamá, no me he borrado los dibujitos que hay en mi piel. Y  que analizando la historia, sin necesidad de ser sicóloga o adivina, puedo advertir que desde culicagada pintaba lo que iba ser,  pero no solo por las botas moradas, sino porque desde siempre me aterró que algunas personas ven a las mujeres como un adorno que se cuelga del brazo de un hombre y para finalizar, lo peor es que juzguen un libro por su portada, en mi caso en particular a una chica por sus tatuajes.  

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