En la Universidad de la Vida,
hice una carrera profesional en Soltería de la cual me gradué con honores, ya
que durante cinco años me dediqué juiciosa cual nerd a estudiar dicho mundo y a
vivir en carne propia a través de ensayo y error diferentes situaciones, (Algunas
veces salí bien librada y en otras no tanto). Entre las clases que hacían parte del Pensum,
la que menos me gustó aprender y me dio
durísimo fue la denominada: Despecho,
pero que a pesar de mi desagrado por aquella asignatura, realicé mí tesis en el
tema pues durante esa época fui una experta en la materia.
Creo que ningún ser humano en el
mundo (A menos que se recluya en un convento, haga votos... Y que los cumpla !) Ha podido escapar de las emociones confusas
que se experimentan al acabar una
relación, como en un sancocho se mezclan grandes cantidades de sentimientos: Rabia hacia la otra persona, tal vez un
poco de Decepción pues casi siempre
esperábamos más, luego viene la pizca de Amargura
que al licuarse se convierte en Tristeza. Y
cuando ha pasado un poco más de tiempo, tal vez llega un cóctel con alto contenido de Culpa y Autocastigo: “Que me faltó hacer”, ¿En que fallé? “Por
qué no hice esto o lo otro”, o por el contrario se culpa al fulano, debido
a que era un personaje nefasto y nos hizo sufrir impresionante. Si bien esto no es una clase de cocina, pero
después de la revoltura de ingredientes y luego que las emociones han hervido
lo suficiente, sale del fogón un espeso caldo de recuerdos y nostalgia.
Cuando ya hemos llorado bastante
y nos hemos quejado lo necesario con las amigas, podemos pasar por alguna de
estas 2 etapas: Una puede ser la esperanza,
pues se nos pasa por la mente la súper
excusa de llamarlo a saludar para ver como esta, tal vez con el deseo de saber
si todavía nos piensa o si de pronto existe una remota posibilidad de arreglar
las cosas, si somos más orgullosas y menos arriesgadas le enviamos un E-mail. El segundo camino es cuando despertamos luego de analizar con cabeza fría
que no era tan lindo, ni interesante, pero si muy egoísta; es
entonces cuando decimos: Aja, y yo que le
vi?
La realidad es que nos vamos a
los extremos, desde sentir un rencor impresionante por aquella persona o seguirlo
queriendo y negarnos a rehacer nuestras vidas porque el recuerdo de aquella
relación ocupa tanto espacio en nuestro corazón que no da cabida para más. El estado ideal después de vivir un Despecho seria la sana aceptación
llevada de la mano de la serenidad... pero bueno! Una cosa es la teoría y otra muy
diferente es lo que sucede de verdad verdad en la práctica.
Así hagan falta los arrunchis del
domingo, o que suene el teléfono el viernes por la noche, después de una
ruptura no se debe tener miedo a estar solas un tiempo, como profesional en
este campo les digo que es sano dedicarse a fortalecer su autoestima, que al
igual que el corazón también se puede romper si la dejamos en la mesa de
noche, de alguien equivocado.
Al Igual que en la canción de Adele, …”We
could have it aaall, rolling in the deeeep”… Pasé por todos los
estados habidos y por haber: Lágrimas, rencor, venganza y posteriormente traumas.
Y
aunque no me gané un grammy (Yo
también escribí canciones), Si saqué 5 en mi tesis sobre Despecho y Desamor, porque
después de los totazos me levanté, pero
sobre todo aprendí de la experiencia y como dicen por ahí: Estoy viva para
contarlo. Y es que luego de muchos
experimentos, los científicos llegaron a la conclusión que de amor NADIE se
muere.
No soy quien para dar consejos,
pero basada en mis propias experiencias puedo opinar que así la relación haya
sido muy mala y la consideremos basura,
dentro de los escombros siempre habrá algo para reciclar, algo para rescatar,
algo para aprender. Un corazón roto
aunque se tarde su tiempo puede volver a sanar;
eso si, no es tarea fácil y la
curación NO dependerá de Dios, ni del vecino, ni de la mamá, ni del sicólogo,
ni de la mejor amiga… Eso te toca a TI.
“Lo que no te mata te hace más fuerte”
Nietzsche
Continuará…
Imagen: Corbis
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