
La adolescencia aquella época de juventud e ingenuidad a comienzo de los 90´s donde todavía quedaban vestigios del copete de Alf, los baggies fluorescentes y las jóvenes jugábamos con muñecos (Pero no de carne y hueso como hacen las peladas de esta generación). En este tiempo tenia un grupo de amigos, los cuales no se si por cariño o por crueldad, me tenían un apodo muy particular: Boca de Pato. Por obvias razones ya que mi trompa es lo primero que se ve en mi cara.
Aunque me reía y aparentaba disfrutar de mi nickname y todas las diferentes variaciones: Cua Cua, La pato (Por que también camino con los pies hacia afuera), en realidad esto aumentó todas las inseguridades que una adolescente puede vivir, ya que me sentía como una joven muy pero muy exótica tirando a rara o fea.
Pero afortunadamente, el tiempo lo cura todo y con el pasar de los años, como en el cuento infantil, la pata se convirtió en cisne.... Ja Ja Ja Buen Chiste... La realidad es que no me volví ningún cisne, sigo siendo trompona y todavía camino con los pies hacia afuera como un pato, pero la diferencia es que ahora me siento muy muy sexy. Pues a medida que fuí creciendo pude descubrir que ese defecto, se convirtió en una cualidad y que muchas mujeres se hacen de todo para tener los labios que yo luzco de forma natural y ni les cuento de la admiración generada en el sexo masculino.
La enseñanza de todo esto consiste en querernos y valorarnos; seamos como seamos, pues esos detalles que nos distiguen, son los que nos hacen únicas y definen nuestro sello particular. Así sea que de vez en cuando, en uno que otro comentario mal intencionado digan que soy una versión tercermundista de Angelina Jolie (Obvio que lo soy, pues no tengo ni sus millones, ni un premio Oscar, ni su media docena de hijos, ni a Brat Pitt) Pero Ella y yo tenemos algo en común... que somos boca de pato.
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