domingo, 3 de octubre de 2010

El Tercer Piso



Los Dinosaurios de Charly Garcia: ”Si los pesados mi amor llevan todo ese montón de equipajes en la mano, Oh mi amor yo quiero estar liviano”.

Desde hace un año me mudé al tercer piso, en un cómodo apartamento en donde reina el confort y seguridad que era muy escasa a los veinte, el cual es otro vecindario que hoy en día para las nuevas generaciones es más peligroso de visitar; por eso me alegra vivir en donde estoy ahora.

En estos días precisamente (aunque no creo en las coincidencias) he tenido muchos encuentros con bastantes vecinos del piso tres y todos concuerdan en decir que es la mejor edad, que se tiene la madurez, la estabilidad económica, Etc. Y por esa razón no voy a repetir lo que hemos escuchado varias veces. Bastantes personas creen que en los treinta se ganan muchas cosas como por ejemplo la experiencia, el dinero, estatus o el sex appel; cosa que no niego, y como decía la chimoltrufia: “Pa que te digo que no si, si”. Pero más que llenarnos de cosas, en el tercer piso siento que por el contrario nos vamos liberando de tantas pendejadas que nos acompañaron en la adolescencia y en los veinte. Pues cada vez me importan menos las apariencias y lo que piense el vecino, ya que también he perdido el miedo y he aprendido a reírme de mi misma.

Con el fin de clarificar muchos mitos, les confirmo que es verdad, que uno empieza a realizar un recuento de su vida y que desde luego se pregunta muchas cosas, pero afortunadamente en mi caso todas las respuestas son positivas. Porque hasta el momento con aciertos y errores, no me arrepiento de nada y me siento contenta del camino que he escogido.

A mi me interesa sincerarme contando que todavía no se que quiero en muchos aspectos, pero de lo que si estoy segura es que se perfectamente, lo que no quiero en mi vida, y eso es tan o más importante que algunas metas ficticias que uno siempre se coloca al llegar a los treinta.

Tampoco me asusta decir mi edad, por lo que me da risa cuando muchas amigas siguen cumpliendo 29, 29.5, 29.9, para mi es preferible decir que cumplo 31 y que me respondan con: Uhy pero no los aparentas…, Se acabó eso de que a las mujeres decentes no se les pregunta la edad... Entonces en mi caso díganme indecente.



Confieso que ya no rumbeo todos los fines de semana y que varias veces he preferido la comodidad de una buena cobija y tomarme un buen vino a la rumba estruendosa.
Con mezcla de complejo y vanidad, sin pena digo que ahora tengo unos kilitos de más, pero que son directamente proporcionales a mi personalidad, pues si mi cuerpo creció, mi autoestima también. Me gusta el ser humano que miro en el espejo, cosa que años anteriores no me sucedía.

Claro que tampoco quiero demeritar lo que fue mi juventud, pues cada década tiene su encanto y en mis épocas de universitaria también la pase muy bueno; pero ahora que tengo algo de platica en el bolsillo la paso mejor.

Desde hace varios años, ya no me considero feminista, tiempo atrás jugué a convertirme en la abogada de los pobres y oprimidos, hasta que me di cuenta que hay mujeres más machistas que los mismos hombres, (El respeto empieza por uno mismo y el mono sabe en qué palo trepa) y sinceramente aquello de las de mujeres arriba y hombres abajo o viceversa es mejor resolverlo, por ejemplo en la cama.

Vivo agradecida con mi soltería y si un día cambia mi estado civil a casada, que se anteponga por favor al adverbio felizmente, de lo contrario prefiero seguir con el cliché de mejor sola que mal acompañada. Y aprovecho también para aclarar que no tengo nada en contra con las personas que se casan y tienen hijos, tengo muchos amigos maravillosos que han encontrado una placentera vida en familia. Lo que critico y no me gusta son aquellas mujeres que siempre me preguntan ¿Por qué no me he casado? O ¿Cuándo es que me voy a casar?, a lo que les respondo, más bien ocúpense de sus asuntos (En este caso sus maridos, pues su pobre existencia gira en torno a ellos).

Con muchos sentimientos de por medio, a estas alturas de la vida he amado, he odiado (Que a veces es la misma vaina pero en distinta dirección) pero también he aprendido a perdonar lo cual es tan difícil como aprender a tener paciencia. También ostento menos amistades que antes (Aunque mi facebook diga lo contrario) pero son más valiosos. En conclusión para mí los treinta son como un colador en donde solo va pasando lo bueno, que es la materia prima para sacarle jugo a la vida.

Debota de la Soltería.
Propietaria de Apto 31 Edificio de la Vida, Piso 3


@SolteraDeBotas                                                                                         www.facebook.com/SolterasDeBotas

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